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Jane Addams y la acción social de su tiempo

Orígenes del trabajo Social. Jane Addams y la acción social de su tiempo.
Trabajo Social, Jane Addams y la acción social de su tiempo

JANE ADDAMS Y LA ACCION SOCIAL

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1. Jane Addams y la acción social de su tiempo

El trabajo social nace – se dice – a partir de la profesionalización de prácticas de acción social contra la pobreza llevadas a cabo a finales del siglo XIX.

Sus antecedentes se remontan al siglo anterior cuando los precursores afrontan la miseria legitimando sus acciones en el origen (y la responsabilidad) individual o social de la pobreza.

Aparecen diferentes propuestas para afrontarla: la caridad (normalmente religiosa), la filantropía, o el incipiente socorro público en algunas ciudades.

Jane Addams va a romper con este paradigma paliativo de la gestión de la miseria. Ya no se trata de “asistir” a los pobres merecedores de ayuda sino de luchar, entre todos, contra los efectos de la desigualdad social exigiendo iguales derechos para todas las personas.

La mejora social o es comunitaria o no es, porque “sin el progreso y la mejora del conjunto ningún hombre puede confiar en ningún desarrollo duradero en su propia condición individual o material”.

2. El debate sobre la pobreza: responsabilidad individual o cuestión social

Jane Addams es conocedora del socialismo utópico, del cooperativismo de Owen y de las investigaciones sociales del filántropo Charles Booth sobre la pobreza extrema de Londres (Life and Labour of the People in London, 1889-1903) en la que también participó Beatrice Webb, fundadora de la Sociedad fabiana con su esposo.

En coincidencia con ellos, y asumiendo que la realidad social se conoce a partir de la experiencia – como señalaran Charles Sanders Peirce y Wiliam James – defiende que el origen de la pobreza, aunque puede producirse por causas sobrevenidas como la enfermedad (ajenas a la voluntad y la moralidad del individuo), en general, es resultado del “industrialismo” y de la subsiguiente desigualdad que genera.

La pobreza no es, por lo tanto, resultado ni del vicio ni de la vagancia de las personas, como habían defendido liberales clásicos como Malthus o darwinistas como Spencer, sino que es una “cuestión social,” un problema “comunitario” debido a la (mala) organización de la sociedad, que no ha sabido resolver todavía la incompleta democracia estadounidense.

Siendo así – piensa la autora en el contexto de su concepción de sociedad orgánica –, es lógico exigir a los poderes públicos que corrijan la miseria derivada del capitalismo, y será una obligación moral de “la Democracia” asumir esa responsabilidad, su “función social” (ibid.) y ocuparse, más allá de la igualdad política y el derecho al voto, de la cuestión social.

De este modo, la democracia para Addams, al igual que para Dewey, no es solamente una forma de organización política sino en sentido amplio, una responsabilidad ética.

El problema, por lo tanto, para Addams, ya no es afrontar la pobreza desde la caridad o la filantropía que ayudan al individuo pobre “merecedor” de ser asistido, sino abordar los efectos del capitalismo, principalmente, en la clase obrera.

3. Ni Caridad, ni Filantropía: Hull House es “mejora de la comunidad”

El cómo afrontar la pobreza se responde en Addams con el plan de desarrollo comunitario que es Hull House y cuyo objetivo final, por una parte, es la mejora de las condiciones de vida de la vecindad y de sus grupos más vulnerables (niños y niñas, mujeres, obreras, mayores, extranjeros…), y por otra, la mejora misma de la comunidad y el barrio:

  • “El centro social, entonces, es un esfuerzo experimental para ayudar a la solución de los problemas sociales e industriales que son generados por las condiciones de la vida moderna en una gran ciudad”.

La acción social desarrollada en Hull House, a través de sus servicios y programas educativos, artísticos, culturales, interculturales, formativos, laborales, sindicales, se diferencia de cualquier otra practicada hasta entonces.

Hull House no es una sociedad caritativa cuyas “visitadoras” asisten a “clientes carenciados” y que, aun siendo “amigables” invaden sus vidas desde una superioridad intelectual, económica, social y moral.

Tampoco se identifica con una de esas “agencias de caridad” que se llaman a sí mismas “asentamientos” con “actividades en los distritos” como si fuesen a colonizar barrios o fueran “pioneros en un país nuevo y extraño” lleno de salvajes e incultos vecinos.

Ni es una “casa de vecindad con extensión universitaria” cuyos filántropos, bienintencionadamente aunque no por ello de forma menos paternalista, ofrecen residencia a universitarios a cambio de que formen a los vecinos sin instrucción.

Estas formas de acción social no dejan de ser clasistas e incomodan profundamente a Addams.

¿Qué es entonces Hull House? En palabras de su promotora:

Una agencia para las mejoras del vecindario” que se abre en beneficio de todos (no solo para los pobres o los ignorantes) a partir de relaciones recíprocas entre las residentes del centro y los vecinos del barrio.

La autora argumenta la interdependencia de las clases sociales, su fraternalismo por oposición al paternalismo, y los beneficios que traerá la cooperación entre pobres y ricos.

En este sentido Hull House, afirmará Addams:

“Es un intento de aliviar, al mismo tiempo, la sobre acumulación en un extremo de la sociedad y la indigencia en el otro”.

Asimismo, Addams niega la superioridad intelectual o moral de las residentes frente a cualquier vecino/a del barrio:
  • “la gente que vive allí es gente muy útil, que incluye todo tipo de personas y que tiene en sí misma reservas de poder moral, y de capacidad cívica, si se descubren estos poderes y se despiertan adecuadamente”.

Apelando a la cooperación interclasista y al igualitarismo como premisas, Addams insta a las residentes hullhousianas a apoyar, acompañar y empoderar -como diríamos en la actualidad- a cada persona o grupo para que “despierte” y disponga de los instrumentos necesarios para participar activamente en la mejora de las condiciones de vida de su comunidad, sea a través de grupos de auto-ayuda, de Clubs, de la dirección de proyectos en Hull House, de la formación de sindicatos o de cualquier otra imaginable para sumar esfuerzos y auto-gobernarse.

La participación activa de los vecinos/as, para Addams en coincidencia con Dewey, es esencial en la construcción de una ciudadanía consciente y comprometida con el bien común, con el interés general y constituye, en tanto que comunidad, una parte del desarrollo de “la función social” de la democracia.

No podemos finalizar este apartado sin incidir en los efectos que provocan las interrelaciones entre las residentes y la vecindad y que nos permite rastrear en la obra de Addams el impacto del interaccionismo simbólico de Mead.

Addams privilegia el valor de lo relacional frente al trabajo social más “tecnócrata” y distante que las visitadoras -ya profesionalizadas y remuneradas- de la COS tienen con sus “clientes”. Para Addams “`visitar amistosamente´, aunque tiene gran valor, para ser completo debería incluir también `ser visitado amistosamente´”.

Que Hull House sea “visitada” en vez de producir sólo visitadoras es ejemplo de cooperación interclasista e igualitarismo, pero además genera un valor añadido, absolutamente genuino e insustituible, resultado de la interacción de las residentes con la comunidad.

Jane Addams se esmera en identificar y relatar ese valor “añadido” en relación a cada servicio o programa de Hull House. Por ejemplo, el Museo del Trabajo muestra los antiguos oficios de los inmigrantes, pero su producto no es unidireccional hacia los visitantes sino que cobra su pleno sentido cuando al “ser visitado” devuelve a los extranjeros admiración y respeto por sus habilidades artesanales, empoderándoles ante los estadounidenses y ante sus propios descendientes que, copiando al resto de norteamericanos, les infravaloran por no dominar el trabajo “industrial” y les desprecian por haber tenido que “migrar”.

Pongamos otro ejemplo de este efecto “espejo” que construye nuestra identidad frente al otro, como afirma Mead. Las residentes escuchan la petición de las mujeres italianas para la apertura de un lavadero público en Hull House. Explican que en sus países lavaban juntas la ropa en el río o en lavaderos al aire libre… Esta actividad alegre, de cooperación vecinal, que proporcionaba un espacio de encuentro exclusivo a las mujeres (de sororidad femenina, diríamos hoy) desapareció en Chicago, donde lavar se convierte en un trabajo solitario y pesado alrededor de un barreño en una vivienda pequeña y sin agua corriente…

La interacción entre residentes e inmigrantes produce un reconocimiento de la experiencia comunicada del otro, que se siente a su vez respetado.

Posibilita la construcción de un “nosotros” comunitario cuando Hull House construye su lavadero público al aire libre: ya que no sólo empodera a las mujeres italianas al otorgarle valor a sus experiencias sino que además mejora las condiciones higiénicas del colectivo y de la comunidad en su conjunto.

Todo Hull House genera interrelaciones cuyos efectos construyen de forma fluida y dinámica el sentido unitario de la vida, como diría Mead.


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