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Metodologías y talleres participativos en trabajo social

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Metodologías participativas y talleres participativos en trabajo social

METODOLOGÍAS Y TALLERES PARTICIPATIVOS

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El uso de metodologías participativas

Las metodologías participativas pueden parecer, a bote pronto, una quimera abstracta. Se trata, en el fondo, de hacer participar a la gente, por lo que su implementación nos puede parecer incluso fácil.

La idea que la investigación tradicional se ha hecho sobre la participación se suele resumir en “reunir a la gente y esperar a ver qué sale”, de lo que se sigue que cualquier cosa basada en la participación ni es seria, ni nos puede ayudar a generar conocimiento.

La participación, sin embargo, es algo complejo, precisamente porque no se trata simplemente de reunir a la gente.

La idea aquí va a ser evidenciar la complejidad que entraña un proceso realizado con metodologías participativas, pero, sobre todo, intentaremos poner de manifiesto que el uso de las metodologías participativas tiene siempre una lógica detrás, a partir de la cual se quieren alcanzar objetivos y acciones concretas.

Con esto lo que queremos transmitir es la idea de que un proceso guiado con metodologías participativas es un proceso complejo, que puede ser fiable o no según cómo se haga. Por tanto, ni todo vale cuando pensamos desde las MP, ni todo proceso con MP es bueno per se.

Las Metodologías Participativas persiguen abordar un problema desde una perspectiva participativa para plantear, en forma conjunta, propuestas orientadas a mejorar la situación inicial de la que partimos.

Para poder dar validez a los resultados de un proceso realizado con MP, necesitamos saber antes qué queremos y hacia dónde vamos. No tiene sentido plantearse las MP sin un objetivo claro.

A partir de éste, las MP nos aportan un camino participativo para plantear propuestas orientadas a mejorar la situación inicial de la que se parte.

Esto implica asumir que estamos en un proceso que tiene un inicio y un fin (o mejor dicho, una finalidad), en el que tenemos que cuidar lo que hacemos y cómo lo hacemos, así como para qué lo hacemos.

La Investigación Acción Participativa

El lugar natural de las metodologías participativas puede que sea la Investigación Acción Participativa (IAP), un proceso de investigación social construido a partir de bases participativas.

Ese es también el lugar de donde provienen nuestras reflexiones, pero tras una experimentación significativa con ellas, pensamos que las MP no se agotan en la IAP. Podemos utilizarlas en otros procesos, no necesariamente en el marco de una investigación.

Intentaremos mostrar que las metodologías participativas se pueden aplicar en muchos procesos sociales y ámbitos distintos: una evaluación, la elaboración de un plan comunitario, la implementación de presupuestos participativos...

Características

La característica común es el enfoque de la participación que estas metodologías proponen.

Siempre que empleemos MP tendremos que pensar un proceso de principio a fin, de otra manera las MP serán muy pobres o sencillamente no nos permitirán llegar a ningún sitio, más allá de la gracia y la habilidad de hacer cosas puntuales participativamente.

Plantearnos el para qué de las metodologías participativas implica, por ejemplo, optar por un tipo de producto u otro a la hora de recibir una demanda.

En los casos en que quienes encargan el trabajo cierren la posibilidad a la implementación de acciones, y estén dispuestos sólo a utilizar metodologías participativas para “conocer” una determinada realidad, ¿tiene sentido poner en marcha un proceso participativo?; cuando invitamos a los distintos agentes a participar en la construcción colectiva del conocimiento sobre su realidad, pero no a transformarla, ¿estamos también ante un proceso participativo? ¿Tendría más sentido en estos casos optar por un diagnóstico cualitativo o se puede ir más allá de los marcos propuestos por quien encarga un trabajo?

Estas son preguntas que no tienen respuestas per se, pero que necesariamente deben plantearse en el inicio de un proceso de este tipo, tanto al interior del equipo como con los diferentes agentes implicados, de manera tal que desde el inicio queden claros y haya un acuerdo sobre la finalidad del proceso que se empieza. De otra forma, se estaría “manoseando” la participación de la gente.

Podemos definir la participación como un proceso de implicación mediante el cual los diferentes actores plantean los problemas y soluciones, con metodologías y herramientas que fomentan la creación de espacios de reflexión y diálogo colectivos, encaminados a la construcción de conocimiento común. Este abordaje tiene en cuenta el escenario específico donde tiene lugar el proceso y las alternativas, en un contexto determinado política, social y económicamente, con el objeto de mejorarlo.

Los Talleres participativos

La principal herramienta para lograr en términos prácticos esa dimensión participativa la encontramos en los talleres participativos.

Son la herramienta que nos permite generar espacios de encuentro con los que pensar una problemática desde una perspectiva general e implicativa, vinculada en todo momento a la realidad de los participantes.

Se convierten en el elemento central que convoca y permite deliberar a los diferentes actores para llegar a resultados concretos. Su centralidad en la metodología yace precisamente en su orientación como espacio de encuentro y diálogo entre diferentes actores que, afectados por una problemática específica, y puede que heterogénea, se implican en un proceso que, primero, trata de hacer público y compartido un problema y, segundo, busca alternativas colectivas para resolverlo.

Constituyen, por tanto, los momentos participativos por excelencia en que se propicia que los diferentes actores entren en diálogo directo, construyan una visión común, en base al debate y la discusión consensuen acuerdos y planifiquen unas actuaciones que den cuenta de las problemáticas que se quieren transformar.

En ese sentido apelan abiertamente por la recuperación y desarrollo de los espacios públicos como marco para la resolución de conflictos y la construcción de escenarios alternativos.

En procesos que se inician con la intención de que los actores determinen y asuman la problemática que les afecta, es importante conseguir que los implicados capten la dinámica participativa desde el principio como lógica de funcionamiento.

La utilización de los talleres puede facilitar esta tarea, especialmente porque ayudan a avanzar desde una dimensión enteramente práctica hacia la búsqueda de soluciones realizables.

En ese sentido podríamos afirmar que los talleres participativos aumentan y se intensifican en la medida que el propio proceso participativo lo hace.

Distinguimos el uso de los talleres del uso que podamos hacer de las herramientas derivadas de las técnicas cualitativas y cuantitativas de investigación social. Estas últimas trabajan con los diferentes actores, pero en ningún caso los convocan colectivamente para la reflexión progresiva de la problemática tratada, ni para la obtención o síntesis de los resultados como producto de una deliberación común.

Por tanto, debe quedar claro que:
La dimensión colectiva no la da en sí la simple reunión de los actores, sino el hecho de lograr una real interacción e intercambio entre ellos que los lleve a decidir colectivamente sobre procesos públicos.

El para qué específico de los procesos participativos es provocar esos momentos que realmente permitan el encuentro, el debate y ... descarga el texto completo en pdf


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